La difícil coyuntura económica y los continuos titubeos (1) en el más alto (y nuevo) gobierno han impedido que hasta el momento se pongan en vigor una serie de medidas graduales, pero urgentes, para enfrentar los principales problemas económicos y financieros de corto plazo, entre ellos el repunte inflacionario y la alarmante desaceleración del Producto Interno Bruto. Ambos síntomas negativos tienen un punto en común: el ataque cambiario.
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