La unidad, siendo uno de los principales legados de Chávez, no puede ni debe ser incondicional, debe ser racional, comprometida y leal, pero ante todo, debe ser una unidad respetuosa de la diversidad y pluralidad. La unidad que logró el presidente Chávez, sin él, debe cultivarse como flores, no pisarse como grama, eso implica mucho diálogo, y una verdadera negociación permanente, no de cargos, sino de políticas públicas y dirección política. Mandar obedeciendo lo llamaba Chávez.
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