Si algo han demostrado las grandes devaluaciones son su total ineficiencia: desde 2003, la devaluación no ha mejorado la situación fiscal; no ha promovido las exportaciones ni disminuído las importaciones; se ha convertido en una causa fundamental de la inflación; ha desmejorado los ingresos laborales, ha fortalecido el poder del capital financiero especulativo quien cada vez tiene mayor capacidad de influir en la política económica al obligar al gobierno a devaluar. El capital financiero hoy es más fuerte, engorda grandes cuentas en dólares en el exterior, promueve el parasitismo rentista mientras contribuye con el entierro de la economía productiva.
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