Nuestras oligarquías están acostumbradas a desvalorizar el rol de la emoción en la actividad política. Les gusta descalificar a los líderes con apoyo popular. Fidel habla demasiado. Hugo Chávez apela a la jocosidad, al baile, etc. Correa es más moderado pero también es muy emocional. Lula juega con su pasado popular y se vuelve burlesco. Evo Morales usa trajes indígenas que desentonan en las recepciones formales.
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