La Revolución Bolivariana enfrenta un enemigo poderoso, sagaz e inteligente, pero sobre todo, un enemigo sin escrúpulos, amoral y asesino. El ejemplo cubano –que para algo tienen que servir los ejemplos- es un libro abierto. Sólo un pueblo movilizado, consciente, decidido y con clara percepción del plano en el cual se produce este enfrentamiento puede detenerlo y vencerlo. Esta movilización popular debe alcanzarse aún en medio del hándicap que significa la presencia de un aparato burocrático estatal que, en lo fundamental, sigue siendo el mismo que sirvió de instrumento de opresión a los gobiernos burgueses a lo largo de nuestra historia republicana
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