La figura de Hugo Chávez como presidente, como hombre político, como líder de un proceso revolucionario, está lejos de discusión. Sin lugar a dudas ya es hoy uno de los grandes referentes de la política de fines del siglo XX y comienzos del XXI. Con todo el amor o el odio que despierta en propios y extraños –jamás resulta indiferente–, su presencia es incuestionable. Pero ahí radica justamente el tema a considerar: la revolución bolivariana asienta enteramente sobre sus espaldas, lo cual torna al proceso algo muy frágil.
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